De los regalos ni me acuerdo. De los relajos, nunca se me han olvidado. Bailes, bromas, cenas alegres, travesuras de niños, abrazos y uno que otro regaño. Eran días especiales. Sin embargo, ahora que soy grande, no celebro ninguna de las dos fechas: mis padres han fallecido, mi familia ya no es la de antes, y lo importante de estas fechas es regalar, gastar y meterse en un sin fin de dolores de cabeza por dar la más opulenta cena posible.
¿Cuándo se nos escapó la Navidad de las manos y se convirtió en el intercambio de regalos pre-acordados? ¿En cuál momento la magia quedó atrás aplastada por el panzón desabrido creado por la Coca-Cola?
Mientras no dejemos a un lado al Señor TodoPoderoso, Don Dinero, no los recobraremos ya más. Y estás fechas seguirán siendo un golpe a nuestras economías, y un peregrinar sin fin hacia los empeños de cada año. Por mi parte, no pienso hacer cena ni dar regalos: ¡sólo abrazos y compartir momentos deliciosos! Ya me cansé de gastar dinero vacío y sin sentimientos.
Al fin que lo más hermoso sigue siendo la vida misma. Felicidades y nos vemos el próximo año, que seguro va a estar aún mejor que éste. Gracias.
Alexandro Arana Ontiveros, cartonista y blogger.